Derecho a Reparar

Fomentar el derecho a reparar no solo afecta a tu bolsillo, sino que supone también poner límites a la extracción de recursos naturales y prevenir la creciente generación de residuos.

Frente al contexto de crisis climática, es urgente aumentar la reutilización de los productos y alargar su vida útil. En la actualidad existen múltiples barreras a la reparación que no permiten a las consumidoras y usuarias reparar sus aparatos eléctricos y electrónicos, por ejemplo. Por el contrario se siguen comercializando productos de baja calidad, que refuerzan la cultura del usar y tirar y se fabrican vulnerando los derechos humanos y ambientales en todo el mundo.

Las estrategias de las grandes empresas y marcas están diseñadas para que consumamos cada vez más

Productos creados para estropearse o quedarse obsoletos al poco de comprarlos y que no compensa reparar, ropa y artículos que enseguida pasan de moda, necesidades “creadas” por la industria publicitaria para hacernos sentir que nuestra felicidad depende de poseer aquello que nos quieren vender.

Necesitamos un verdadero derecho universal a la reparación, comenzando desde un diseño de productos que garantice su durabilidad y reparabilidad, que incluya a reparadoras independientes y garantice el acceso universal a piezas de recambio, manuales de reparación y herramientas de diagnóstico asequibles.

Por ello exigimos nuevas leyes que garanticen el derecho a reparar, así como unas normas de ecodiseño eficaces, que obliguen a la industria a fabricar productos que duren, sean reparables, y fácilmente reciclables.

¿Sabes cuánto puedes ahorrar si alargas la vida de tus dispositivos?

Mira este dato:

La vida útil de móviles y portátiles evitaría emisiones de CO2 equivalentes a las emisiones anuales de 17.000 coches

No son solo emisiones, alargar la vida útil de teléfonos móviles y portátiles tiene muchas más ventajas ambientales y sociales.

En el informe “Alargascencia: beneficios ambientales  de alargar la vida útil de teléfonos móviles y portátiles en España” , realizado en colaboración con el Instituto Energía y Eficiencia de los Recursos de la Universidad de Zaragoza, ponemos cifras a los problemas que causa la sobreproducción tecnológica en el modelo económico actual.

Móviles, portátiles y otras tecnologías necesitan cada vez una mayor cantidad y diversidad de minerales.

Sólo la placa electrónica de un smartphone  contiene 54 de los 118 elementos de la tabla periódica.

Estos minerales provienen de operaciones de minería que causan graves daños a la naturaleza y las poblaciones locales, tanto dentro como fuera de España, principalmente en los países del Sur global.

Mantener las tecnologías más tiempo en uso tiene un impacto obvio en el ahorro de minerales y en consecuencia mejora la vida de las comunidades.

La fabricación de aparatos como teléfonos inteligentes y ordenadores portátiles se ha disparado desde finales del siglo XX.

Actualmente un smartphone es desechado de media a  los 3,5 años de vida y un ordenador portátil a los 6 años. Este reemplazo no se debe en general a fallos físicos del producto, sino a la “obsolescencia programada”: a las técnicas y estrategias que grandes fabricantes y marcas usan para incitar a la persona consumidora a cambiar sus dispositivos por otros nuevos.

Por estos motivos, demandamos al Gobierno que implemente medidas de Alargascencia para combatir la obsolescencia programada: que obligue a las empresas a fabricar productos duraderos y fáciles de reparar, así como a garantizar un derecho universal a la reparación para las personas consumidoras.

¡Las cosas tienen arreglo!